Es una historia atípica que espero que os guste, ya que trata sobre un tema que nos encanta. ¿Cual sera?
Pasos en la noche.
Era él, lo sabía. Nadie más podría haberme seguido tal y como lo había hecho él en una noche como esta a causa de la tormenta y los fuertes vientos que se habían apoderado de toda la ciudad en cuestión de segundos. Además, ha de tenerse en cuenta que está en su propia naturaleza el darnos caza a mí y a los míos, no somos más que sus presas que cazan por el simple placer de hacerlo.
Siempre habían vivido en mis peores pesadillas, siempre soñé que algún día me encontrarían y me quitaría mi aliento de vida con sus maliciosas manos.
Esa era la razón por la que mi mente racional me instara a no parar bajo ningún concepto en mi alocada carrera hacia la seguridad y la salvación, lejos de él y de la sentencia de muerte que él representaba.
Pero mi corazón… eso era otro cantar. Mi estúpido corazón, lleno de inútiles y contradictorios sentimientos hacía él, me suplicaba que hiciera caso omiso al sentido común y que parara en aquel oscuro callejón de mala muerte en el que me encontraba corriendo para reencontrarme con él, perdonarle y olvidarme de todo. Olvidarme del pasado, olvidarme de lo que es, olvidarme de la eterna matanza entre nuestras dos razas. No soy ilusa, se que nosotros tampoco somos perfectos, ¿pero quién lo es en esta vida? Yo ni los míos no por lo menos. Por eso siempre he pensado que todos y cada uno de nosotros tenemos el derecho de vivir nuestra vida, sin importar lo peculiar que fuera, nadie posee el derecho de arrebatar un regalo tan preciado. Aunque esto era solo mi opinión, una opinión que ellos, los de su raza, no compartían conmigo, pues se creían que podían matarnos sin remordimiento alguno como si fueran Dios, un dios que dictamina quien puede o no vivir en su mundo.
Paré. Mierda. Al final siempre sale ganando el corazón en la batalla contra lo racional, aún así no sé si por fortuna o por desgracia pero eso es lo que me sucedió a mí.
No tenía más que escuchar, llegados a este punto, como llegaba a donde me encontraba. Se me aceleró la respiración a la par de su cercanía. Nunca, ni en mi más retorcido sueño, hubiera imaginado que terminaría enamorado con uno de ellos, uno de los asesinos más sanguinarios de nuestra raza. En mi defensa he de alegar que cuando lo conocí yo no sabía nada sobre lo que él era.
Aún así sabía que esto que sentía hacia él estaba mal y que los míos jamás me perdonarán por estos sentimientos, pues a sus ojos no seré más que una repugnante traidora hacia mi raza y sangre. Pero lo peor era saber, que aún sabiendo todas las consecuencias que acaecería con mis acciones, no me importaba, que quería hacer borrón y cuenta nueva y si era preciso darle la espalda a mi vida para estar junto a él. Aunque el instinto…
Maldición.
Siempre he creído, y siempre creeré, que todos nosotros hubiésemos tenido una vida más apacible sin las intervenciones del estúpido corazón. Se sufría tanto a causa de él…
Y allí llegaba él, acababa de girar adentrándose en el callejón. Se le veía un tanto alterado y mojado, su rubia cabellera dorada caía pesadamente sobre sus grises ojos, tanto por la larga caminata como por la emoción. No había más que ver su mirada para descubrir aquello cuando me descubrió esperándole al final del callejón. Sonrío con alegría y se acercó hacia mí, yo en cambio di un paso hacia atrás por cada paso que él daba hacia adelante. Su alegría se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos al ver aquello.
- Diana, no tengas miedo, no pienso lastimarte, lo juro- me suplicó- Jamás tuve la intención de herirte, te quiero.
Le permití acercarse hasta que estuvimos a escasos centímetros.
- Gracias- me dijo con una tímida sonrisa-, sé que esto es difícil para ti, pero…
- ¡¡Difícil!!- exploté- ¡Es más que eso, me mentiste, no me contaste la verdad! ¡No me contaste que querías matarme! ¡Que tú en realidad eras…!- me era difícil decir aquello, así que agregué en un susurro- que tu cazas en la noche y aniquilas a sus habitantes.
- Eso fue antes, antes de conocerte- me confesó con ojitos de corderito degollado- antes de enamorarme de la mujer más bella e inteligente que jamás he conocido- me abrazó para darle hincapié a sus palabras.
Nos quedamos así un buen rato, olvidados ya el pasado, olvidado ya lo que era, olvidado…
No, no lo había olvidado todo. Me separé de él de un empujón con una mirada de un dolor indescifrable asomando por los ojos.
- Mataste a mi hermana, mataste a Bicky a sangre fría y pensabas hacer lo mismo conmigo y con toda mi familia- dije compungida.
- Yo nunca te…
- A mi puede que no, pero ¿a mi familia? ¿Los matarías a ellos?- bajó sus ojos hacia sus pies, incapaz de darme una respuesta honrada- ¿Ves? Los mataras tan pronto como me te dé la espalda. ¿Cómo crees que puedo estar junto a ti si ni tan siquiera puedo confiar en ti en ese aspecto? ¿Cómo?- le exigí.
- No puedes. Así es como soy, así es como me inculcaron que debía ser- replicó.- Además, no somos los únicos que matamos, vosotros también lo hacéis constantemente.
- Cierto, puede que nosotros matemos algunas veces, pero lo hacíamos a fin de sobrevivir, ¿de alguna forma debemos comer no? Vosotros en cambio…
Sobrevino un incómodo silencio después de aquello roto únicamente por nuestra respiración. Finalmente fue él el que rompió ese estado.
- Ven conmigo, podemos olvidarnos de todo de lo que eres, de lo que hago, de todo. Si tan solo tu…
- No puedo- dije negando con la cabeza-, has matado a uno de nosotros, no importa cuánto ni como te quiera, y por ello has de pagar. Lo siento.
- ¿Es esa tu última palabra?- me preguntó, asentí.- Yo también lo siento.
Las armas aparecieron en nuestras manos, ya sea garras o estacas. Las caras se desfiguraron por la intensa concentración como por los colmillos.
Se abalanzó contra mí y comenzamos a intercambiar golpes a una velocidad de vértigo, el sonido de las armas y los golpes resuena en el horizonte, finalmente uno de nosotros consigue asestar un golpe mortal sobre su rival. Sangre se derrama al suelo, se oye la lejana succión de una persona acompañado por solitarias lágrimas. La figura tiende a su amante sobre el pavimento, le cierra los ojos y le da el más dulce de los besos.
- Lo siento, pero meterte con un vampiro tiene sus consecuencias, Darren, tu mejor que nadie debió de saberlo como cazador de vampiro que eras- le susurró antes de darle la espalda con el corazón roto.
El amanecer está cerca, lo presiento. Miro por última vez hacia él y me dirijo hacia la paz. Una vez vengada a mí hermana, una vez librados de la amenaza, una vez recobrada mi honor, estaba preparada para ir descansar.
Esta vez sería el descanso definitivo, el eterno…