Aparienia fisíca: De cabellos naturalmente rubios y lacios, ojos color grises... Calmos, sensuales sumamente misteriosos y atrapantes. Mide 1,70 de alto, y proporcionalmente sus medidas son; 92 - 52 -90. De facciones dulces, labios delimitados, piel de porcelana... suave como si fuera seda.
- Spoiler:
Caracteristicas psicologicas: Sumamente callada, sensual y misteriosa. Le gustan los juegos, la velocidad... El peligro. Y matar. A pesar de su egoismo, a pesar de su testarudez y frialdad; carga consigo el peso de la muerte de su amado, juntando de vez encuando los pedazos de un corazón roto. Ambigua como solo ella puede serlo, puede amar profundamente u odiar para toda la eternidad.
Historia:
Mi nombre es Anelissa Rousseau, y esta... Esta es mi historia.
Yo era nada mas que una joven que vivía con sus padres en París, la capital de Francia y a pesar de amar la gente, la sociedad... La hermosa ciudad. Decidí junto con el concentimiento de mis padres ir a vivir un tiempo en Nueva Orleans, un lugar mas rustico y tranquilo... Y mas cercano a mi anciana abuela por parte de mi madre. Esa mujer era una bruja y no estoy hablando en Literal.
A pesar que adoraba a mi abuela, preferí vivir en Nueva Orleans por su tranquilidad por las extenciones de cesped, siempre he sentido una conexion especial con la naturaleza, algo que considero un secreto sumamente importante. Vivia en un hermoso chalet, que había decorado a gusto y placer. Mi familia era adinerada, dueños de viñas... Grandes negociantes, buenos tiempos...
Una de las tantas tardes que salía a pasear al rededor del bosque, me encontré con un encantador muchacho, su nombre es Alexandro Morcenau, y es la razón de lo que soy. Aquella tarde caminamos y caminamos, era agradable y educado... Encantador, atractivo y sumamente deseable. Pero, como toda la dama que era, no le permitiria entrar a mi casa hasta un buen tiempo.
Los dias siguientes fueron de ensueño para cualquier chica de nada mas veinte años, continué viendome con Alexandro durante muchos meses en el mismo lugar, a la misma hora. Aunque, a las mañanas me encargaba de cuidar a mi abuela, hasta que enfermó gravemente y finalmente se dejo vencer por la muerte.
Por suerte, conté con el apoyo constante de Alexandro... Quien con su constancia se ganaba un lugar firme e imborrable de mi corazón. La noche que falleció mi abuela y hasta que mis padres pudiesen allegarce al lugar me decidí que era buen momento para compartir con Alex el hogar donde vivía mis dias en soledad.
Lo había escogido y el a mí.
Las lagrimas y el dolor dejaron paso a la pasión, a la lujuria... Al deseo insaciable que el poseía sobre mi y que en aquel momento me encontraba a su merced. Aquella noche junto a él habia sido maravillosa a pesar de las marcas que había dejado en mi cuerpo...
Al día siguiente ya no se encontraba a mi lado, me desesperé y bajé las escaleras en prendas menores. Para encontrarme con la agradable sorpresa que seguía alli. En la cocina, haciendo un completo desastre mientra hacía mi desayuno. Eran inexplicables los sentimientos, la desesperación. Corri hacia él saltando y redando mis piernas a sus caderas para besarle.
Esa misma noche, llegaron mis padres. Y habíendo fallecido la razón primera por la que había llegado a vivir a Nueva Orleans. Me ofrecían volver al hogar paterno, me negué y les di mis razones. Les presenté a Alexandro, sin muchas expectativas que lo aceptacen y lo entendiecen por su exigente forma de ser. Pero, sorprendentemente lo hicieron, y entregando mi mano al joven nos dejaron vivir nuestra historia de amor.
Para finales de aquel mismo año, celebramos nuestro casamiento, sensillo y de fiesta sumamente familiar. Aunque, por parte de mis padres no podía faltar ningun lujo para su princesa... Su unica hija. Nuestra luna de miel, y sin ya poder esperar la pasamos en su hogar, que era maravillosamente lujoso y que jamás antes me había mostrado por verguenza.
Pero, la pasión.. el desenfreno y la lujúria no llegaron solos. Me confeso su mayor secreto.. y me pidió que me uniera para toda la eternidad a él... Me sentí perdida, engañada. Me fuí molesta de allí. Sola, por la oscuridad de la noche. Sin pemitirle siquiera me siguiera. No fue así. En medio del camino se me apareció, sus ojos eran rojos y rodeado de venillas, me asusté, corrí con desesperación y de nada me valió era anormalmente veloz. Era lo que por el momento llamé un mounstruo, entonces comprendí las marcas sobre mi piel, los ardores. Los mareos por la mañana...
Me dijo que no podría seguir existiendo sin mí, que algo habia ocurrido junto conmigo y que ya no era el mismo, que aunque lo que ofrecía no era lo mejor que había sobre la tierra o por debajo de ella, no me arrepentiria jamás de pasar la eternidad junto a él. Acepté.
La adaptación fue algo dificil, y para mi ignorancia los vampiros ya eran perseguidos en Nueva Orleans. Nos mudaríamos a un ciudad mas grande. Volveríamos a París para alegria de mis padres y para conseguir una joya de lapilazul para mi. ¿Como podía vivir durante tanto tiempo en un lugar y estar tan desenterada de todo lo que ocurria?. De cualquier modo él me prestaba su anillo para que pudiese salir bajo la luz del sol asi no despertar sospecha.
Aún asi... nos descubrieron. Sospecharon que alguno de los dos era un vampiro o que ambos lo éramos, ya que jamás nos podían ver juntos como pareja bajo el sol.
Una noche como las de tantas iba al mercado, para comprar un vino malbec, un clasico de mesa para la carne roja. Aunque ya no nos hacia falta comer, lo hacíamos por protocolo, por cortejo... Cada cena era romántica como si hubiera sido la primera. Durante el camino, la calle estaba vacia y en el mercado habían no mas que unas pocas personas...
El ambiente estaba tenzo, pero intente pasar desapercibida, silenciosa como lo había sido siempre, me acerqué a la caja para pagar. Cuando uno de los hombres cercanos a estas intentó clavarme una estaca por la espalda, pude voltearme a tiempo y detenerlo para torcerle el brazo... Lo cual habia sido un error, de un momento a otro estaba rodeada. Todos allí sabían ya que era, o almenos ya lo había confirmado.
La ventana del local se hizo añicos y Alexandro se hizo de presencia tras ella, quitando a tres hombres que estaban a mi izquierda. En ello quebré el brazo del hombre que había osado por asesinarme a espaldas, el cajero atinaba a clavarme una estaca y en un reflejo de un bofeton podía sacarlo de ensima. Voltee a ver a Alexandro que se reponía del piso y de haber golpeado al resto de los hombres.
Nuestras miradas se cruzaron con algo de inentendimiento. No sabíamos como lo habían averiguado. El era solamente unos veinti y cinco años mas antiguo que yo, pero en sus ojos podía ver la preocupación se acercaba a mí, cuando su mirada se desvió de mis ojos, volviendocé terrorifica. Mirando al hombre que se levantaba tras de mí, intentando insertar una nueva estaca. Nada más alcanzó a decirme que saliera de alli... Ante todo ello y apenas teniendo un año de transformada opté por obedecerlo.
Justo en el instante en el que salía, escuché un sonido seco, como el de un arma. Preocupada me voltee... Un joven con una ballesta apunto a Alexandro, fue todo demaciado rápido. ÉL se giró derribando al otro hombre, antes de que yo pudiese advertirle.
La estaca lo atravezó por el costado de su pecho, del lado del corazón... Sabía que todo terminaba allí, me quedé atónita por unos segundos, los sonidos eran ecos lejanos. El ruido de la ballesta que recargaba, el cuerpo de Alexandro que caía en camara lenta al piso... El infierno estaba levantandocé sobre la tierra y se venía sobre mí.
Mis ojos giraban deliberadamente hacia el joven que había disparado contra Alex, dudó en hacer lo que se proponía y yo apenas pudiendo reaccionar largué un lastimero alarido de dolor, un grito que contaba el desgarre que había sufrido... Mucho peor que cualquier tortura que hubiesen podido crear todas aquellas personas desparramadas por el lugar.
Luego huí, debíendo dejar el cuerpo de mi amado con ellos, jamás me lo perdonaría y nada quedaría asi. Si alguna vez había odiado con vida, nada se comparaba con el sentimiento candente fuerte y rastrero que emergía de mi pecho. Corrí, corrí hasta el cementerio donde volví a gritar desgarradoramente, cayendo de rodillas y jurando venganza de todos ellos... Mi paz se había caído junto con el cuerpo de Alexandro y así sería para siempre.
Pero, si quería su cuerpo, si quería volver a tenerlo durante un segundo mas, para darle mi último y eterno adiós.
Junté fuerzas de donde se recogen los pedazos de personalidad, de sabe Dios donde. Me levanté y volví hacia el mercado. La oscuridad estaba de mi lado, y la rabia que sentía no me dejaba pensar con claridad. El odio, la sed de venganza el querer ver su sangre derramada. Pero alli estaba el, el cuerpo de Alexandro, y todo cambió. El era mi objetivo, no dejaría que lo incineraran... Me lancé directo al cuerpo, arrebatándocelo a cuatro de los hombres. Uno de ellos llamo al joven que había lanzado la estaca a la razón de mi existir. Pero, no me iba a quedar esperando a ver si volvía a dudar. Me escapé con su cuerpo a cuestas.
Lo llevé a lo que ya dejaba de ser nuestro hogar, lo lavé con esmero para quitar el aroma a querosene que le habían lanzado. Saqué la estaca de su costado, notando como las gotas de sangre golpeaban sobre su pecho... Mis lagrimas eran innevitables pero, no podía tomarme mucho tiempo. Habiendoló cambiado para un digno entierro, me dirigí al cementerio nuevamente, pero acompañada por lo ultimo que me quedaba de él.
Hecha trizas recogiendo los pedazos de todo lo que se había roto en aquella noche, excavé su tumba alejadas del resto. Pero, antes de enterrarlo dejé mi ultimo beso grabado sobre sus labios, prometíendolé venganza aunque ello me llevace con él... alegre estaría. Lo cubrí con rocas y lo tapé finalmente. No marqué la tumba pero, solo yo se donde encontrarla.
Dejé pasar los meses. Ya no podía vivir en ninguna de las dos residencias. El pueblo se tranquilizó, pensaron que había dejado sus tierras. Pero, no había sido asi... me alimentaba de viajeros de paso, de indigentes... Medio año nada más encontré la oportunidad unica. Una cena en la que estarían los siete presentes la noche en que mataron a Alexandro. Excepto el cajero del lugar... Pero, con siete me eran suficiente.
Habían pasado cuatro meses, pero el odio era el mismo, la sed de venganza seguía a flor de piel y mi amor por Alex, no había cambiado en lo mas minimo... Aquellos cuatro meses habían sido la eternidad, los paseos al cementerio, las lagrimas y el infierno que ellos mismo habían creado para mi... Me hizo lo que ahora soy.
Sabía era una mala idea, muchos "cazavampiros" en una misma habitacion cerrada, junto con una vampiro que deseaba destrozarles el cuello a todos. Me alimentaria bien, y esta vez de todo lo que encontrara... Asesiné a niños, a grandes y ancianos por igual, hasta sentirme reventar... Hasta que la sangre precionaba con dureza sobre mi cabeza. Cegada por el extasis de mi sobrealimentación. Irrumpí en la cena, tomándo lo primero que encontraba a mano para golpear a quien intentó en su oportunidad atacar por mi espalda, igual asi lo hacia yo. Los siguientes segundos en el lugar habían sido una catástrofe, astillas volando por todos lados, pedazos de vidrios destrozados en el piso y casualmente el aire, cuando les arrojé a cuatro de ellos la mesa por sobre sus cabezas dejandolós inconcientes. Los demas fueron presas fáciles. A dos les rompi el cuello, y dejando al joven para el final... Quién se alejaba apresurado, con temor... Lo intercepte, le sonreí diabólica con placer de hacer lo que haría. Llevaba en mi mano, una estaca algo primitiva, astillada y proviniente de una de las patas de la mesa. Mis unicas palabras fueron " Me encargaré que sientas lo mismo que Alexandro cuando lo asesinaste. "
El placer de clavar la estaca, sentir como desquebrejaba sus costillas rajaba su carne, hasta enterrarla profundamente viendo a distorción en su mirada... Escuchando su último exalo, lo largue al piso, mis ojos se descargaban de todo sentimiento. Ya no tenía nada mas que hacer, ya no tenía que sentir... Ni por qué vivir, pero ya tampoco motivos para intentar suicidarme. Voltee a ver a los cuatro hombres inconcientes, me sonreí y les largué ensima una librería de nogal que se encontraba frente a sus cuerpos.
Tras todo el revuelo de la noche, se acercaba mucha gente a la casa, me dejé ver en medio de la escena, con mi desparrajosa vestimenta manchada en sangre y lodo. Con mis cabellos revueltos y en medio de una catastrófica escena. Sonreí para todas aquellas mujeres que lloraban por el amor de sus hombres, hombres quienes me habían sacado el amor a mí... Saí de allí por la ventana contraria, camino al bosque... Y a ningun lugar fijo.
He viajado desde entonces por las grandes ciudades del mundo, pero nuevamente siento la necesidad de encontrarme nuevamente como la primera vez... Entre la naturaleza, aunque esta vez sin Alexandro. Pero quien dice si quizás alguien mas.